A todo el mundo pareció gustarle 500 días con ella ((500) days of Summer). A mí me pareció simpática la primera vez que la vi. La segunda me pareció un trampa para desprevenidos. Publiqué este comentario en el Artes y Letras, de El Mercurio, el domingo 14 de mayo, 2009:
500 días con ella
Emociones predigeridas
Por Ernesto Ayala
Las buenas películas francesas, especialmente cuando uno piensa en las cinta de Renoir, parecen no tomarse el amor muy en serio y, sin embargo, filman el proceso de enamorarse y desamorarse con mucho cuidado, como si todo lo que hay de apasionado, de frágil y de ridículo en el hombre se juntara en un solo lugar y a una sola hora. El resultado, en las mejores ocasiones, es un individuo retratado con distancia, pero también con respeto por sus virtudes, defectos e innegables matices. Una cinta como 500 días con ella, recién estrenada, actúa en cambio de manera totalmente inversa: parece tomarse el amor muy en serio, pero lo filma a la ligera, como si un par de postales y algunas bonitas canciones bastaran para dar cuenta del enorme movimiento de fuerzas que significa experimentar el amor.
Hay que admitir que en un principio la cinta se ve como una vuelta de tuerca a la típica película romántica. Una voz en off, masculina, de mayor edad que los personajes y explícitamente literaria –como el narrador de una novela a fin de cuentas–, dice: “Esta es una película de chico conoce a chica, pero usted debe saber de inmediato que no es una historia de amor”. Luego, mediante números que se intercalan en la pantalla nos enteramos que veremos los 500 días del romance fallido entre Tom (Joseph Gordon-Levitt) y Summer (Zooey Deschanel), un redactor de tarjetas village y una asistente de su oficina, en un Los Angeles que está filmado sin playas y con muchos departamentos y lluvia, como si fuera Nueva York pero sin mucho frío, lo que se puede explicar, en parte, porque se trata del Los Angeles mental del protagonista, que pese a redactar tarjetas de regalo en realidad quiere ser arquitecto. Sí, Tom es un tipo con inquietudes estéticas y buen corazón, lo que pone a la cinta, como bien lo escribió Daniel Villalobos en http://somosblogs.cl/cine/2010/la-formula-500-dias-de-verano, en el súbgenero de romance entre chico sensible y chica especial. La película va y viene de un momento a otro de la relación, sin que el espectador nunca se pierda gracias a que cada momento está señalizado con alguno de los 500 días en cuestión. En este ir y venir la cinta logra algunos de sus momentos más interesantes, al mostrar los contrapuntos –a medio camino entre lo cómico y lo trágico– entre el comienzo del romance y su fin.
Sus logros, sin embargo, no llegan más lejos de sacar algunas sonrisas y trasmitir cierta tierna compasión por el protagonista, que, también hay que decirlo, está en buena medida manipulada por la omnipresente y demasiado fácil banda sonora. Esto se debe a que la cinta, dirigida por Marc Webb, un ex director de video clips, simplemente tiene muy poco de cine. No hay plano en la cinta que dure más de seis o siete segundos. Incluso en escenas donde todo lo que sucede es una conversación entre Tom y Summer, el director satura con distintos ángulos y no deja tiempo para que los actores suelten más que una línea o realicen un único gesto. Todo está compartimentado y segmentado, picado y pulido para entregar una y solo una sensación, un único significado. Summer toma sorpresivamente la mano de Tom y vemos un primer plano de ambas manos. El alaba la sonrisa de Summer y vemos un primerísimo plano de ella sonriendo. No hay misterio, no hay duda, la película no tiene respiración propia. Los aciertos de los que vemos en pantalla son aciertos del guión, que, sin embargo, también se somete a la lógica de la segmentación y la obviedad. Emociones predigeridas, instantáneas como el puré en polvo, listas para sentir sin trabajo alguno. Esto no es cine. Es televisión en pantalla grande.
500 días con ella
Dirigida por Marc Webb
Con Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel.
Estados Unidos , 2009
95 minutos.