Te creís la más linda (pero erís la más puta)

Publicado en el Artes y Letras, el 2 de mayo, 2010:

Como quien no quiera la cosa

por Ernesto Ayala

Es raro que nos hayamos demorado tanto en Chile en tener una película como Te creís la más linda (pero erís la más puta). Parece tan sencilla de filmar, tan directa, tan liberada de pretensiones sin destino y, sin embargo, en la mayor parte de los casos, los cineastas locales han optado casi siempre por proyectos más ambiciosos, donde se muestran con más ganas que oficio, “autores” sin saber redactar con mediana claridad. Dada las modestas dimensiones de nuestro cine y nuestro mercado, debieran haber, a esta altura, muchas películas como Te creís la más linda…, cuando quizás sólo Y las vacas vuelan, de Fernando Lavanderos, y Sábado, de Matías Bize, pueden verse como antecedentes cercanos y, más atrás, mucho más atrás, Tres tristes tigres, de Ruiz.

El primer largometraje de Ché Sandoval, director que, dicho sea de paso, este año recién cumple 25 años, cuenta en lo esencial una noche y un amanecer de Javier (Martín “Callebli” Castillo), un tipo de 19 años, estudiante de música, al que le pena ser un eyaculador precoz. Mientras vaga por Providencia y Bellavista, piensa que su mejor amigo, Nicolás (Francisco Braithwaite), está seduciendo a Valentina (Camila Le Bert), una mujer de la que se enamoró hace pocos días y con la que no pudo desempeñarse en la cama como le hubiera gustado. Javier, entre otras cosas, está paranoico porque antes él sedujo a Francisca (Andrea Riquelme), la polola de Nicolás, y, aunque se lo confiesa a su amigo al inicio de la cinta, parece asustado por un posible ajuste de cuentas.

La cinta está filmada con video de alta definición, una cámara en mano bastante tranquila y un montaje reposado y cuidadoso, donde hay básicamente mucha calle y mucha conversación. Javier se revela como un tipo ansioso de cariño, de contacto, de comprensión, pero, a su pesar, extremadamente autoconciente, al punto de que siempre termina por explicitar en voz alta los mecanismos de la propia situación en que participa. Cuando se acerca a Valentina por primera vez y ella lo acepta, él, incrédulo, le dice: “¿La dura que estás tan pero tan sola en la vida que la hueva’ me resultó?”. Detrás de esta lucidez nihilista y escéptica, sin embargo, Javier, todo lo que quiere, es ser aceptado con lo pendejo y malo en la cama que es. Él tiene mucho de Holden Caufield, del antiguo Woody Allen, de los personajes con que Linklater, Kevin Smith o Martín Rejtman comenzaron sus películas. El entorno, por supuesto, no lo ayuda. En Te creís la más linda…, Sandoval ha creado un mundo sutil pero constantemente hostil. Es gente de clase media, corta de dinero, pero sin mayores preocupaciones económicas, que, por cierto, está muy lejos del equilibrio afectivo. Nicolás y Javier, mejores amigos, se tratan a punta de insultos y desprecios. Valentina y Francisca no son mucho más tiernas. Un amigo de Javier le paga por recibir un combo. Los padres, en la práctica, no existen. Los deseos de abrazo de Javier tienen poca recepción en un universo como éste, y sus maneras, directas, inmaduras y algo torpes, tampoco lo ayudan mucho. Javier se convierte así en un pequeño héroe entrañable, que, como puede verse en el estupendo plano final, pese a todo persiste.

Te creis la mal linda…, por cierto, no es una película tradicional –la trama es más episódica que encadenada; los personajes evolucionan poco y nada; el arco dramático es más bien difuso–, pero, bajo su apariencia suelta y descuidada, como quien no quiere la cosa, obtiene más verdades y aciertos que producciones de mucho más envergadura. Y no sólo muestra a un director que, por joven que sea, tienen muy claro lo que está haciendo, sino que contribuye a explorar un territorio –cine de calle y conversaciones– que deberíamos haber conquistado hace rato.

Te creís la más linda (pero erís la más puta)

Dirigida por Che Sandoval

Con Martín Castillo, Francisco Braithwaite, Camilla Le Bert y Grimanesa Jiménez.

Chile, 2007.

89 minutos

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